lunes, 18 de octubre de 2010

Pensamientos fugases!

Deslicé mi cuerpo en un sillón de cuero bañado en vodka, vestigios de la noche anterior. No recuerdo cómo llegué ahí. Un llamado telefónico inflamó mis oídos. Excusas y palabras vagas rebotaban contra la pared blanca. De pie y escupiendo sarcasmo colgué el auricular. La botella transparente me guiñó un ojo y me tentó. Tomé un vaso, lo llené hasta la mitad. De un sorbo el veneno entró y no fue suficiente. Volqué otra mitad y otra. Supongo que en ese momento entré al paraíso del no recuerdo. Desperté hoy tambaleando por doquier. El vaso estrellado contra el piso y mi desnudez haciéndole frente. La brisa otoñal que entraba por el ventanal acarició mi rostro y enredó mis cabellos. Con las yemas de los dedos me palpé y era yo en su totalidad. Al oído me susurraban un par de pájaros; cañadales erguidos me saludaban y se llevaban números, cuentas, rostros, jadeos, mareos. Corrí la cortina y me asomé al balcón para hacer mío el aire que me haría volver en sí.

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